Un romance con el mundo

Creo que una de las cosas más importantes en nuestra propia evolución como especie, es darnos cuenta de que el mundo en donde vivimos, al igual que nosotros, es un ser, un ente viviente. 
 
Un planeta que en sí mismo está vivo, que se encuentra en continuo movimiento, las mareas, el viento, rotación, traslación, etc, lleno de energía y diversidad, y que aloja en su seno, como si fuesen moléculas, al resto de los mortales.
 
El presente y el futuro, no solo de la humanidad, sino del resto de los seres vivos, dependerá de cómo nos relacionemos con un mundo que no nos necesita y que además, damos por sentado.
 
Si aprendemos a ver la belleza en lo simple, si nos enfocamos en aquello que es verdaderamente importante, si tenemos un materialismo consciente, si somos personas menos egocéntricas y más sensibles con nuestro entorno, quizás el futuro luzca más prometedor para todos aquellos habitantes de este planeta que llamamos hogar.
 
Y sé que no estoy solo, sé que muchos de ustedes pueden entender perfectamente por qué elegí estas palabras. Sé que muchos de ustedes tienen la capacidad de ver belleza en lo simple, de verla, en un poco de arena, agua y cielo, y de poder declararse también, sin necesitar demasiado, en una  relación romántica con el mundo en donde vivimos.