La Albania del presente

Uno puede observar el nivel de desarrollo de los países tan solo con mirar sus edificios. Y esto es, parcialmente cierto.
 
Siempre he considerado que el arte, la arquitectura y el poder a lo largo de la historia de la humanidad han ido caminando de la mano. Con esto no quiero alegar que todo el arte sea un símbolo de poder, ni que todo el poder sea arte.
 
Pero si es cierto que desde el principio de la historia, la arquitectura, el urbanismo, la escultura, la pintura, la orfebrería, entre otras expresiones de la potencialidad creativa humana, no hubieran alcanzado los altos niveles de desarrollo con los cuales hemos gozado, si la sociedad en conjunto y si sus elites gobernantes no hubieran destinado cuantiosos recursos al fomento de dichas actividades, y así, los resultados de aquellas inversiones han sido siempre un símbolo de la capacidad productiva de las naciones.